Fuete y Verguilla (F y V)

Un blog para el sector pesquero


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La mujer en la pesca

Máscara de Mujer Pez, obra de la artista paraguaya, Carla Ascarza.

Invisibles. Así permanecen para todos los fines, las mujeres en la pesca. En nuestra isla, cuyas dimensiones son pequeñas, la gran mayoría de las personas, no saben que hay un grupo de mujeres que se dedica a este oficio Sin embargo, son más de las que podemos imaginar y no solo las podemos identificar como pescadoras. Muchas de ellas, son líderes en sus comunidades, otras han luchado por hacer valer los derechos de sus compañeros pescadores, unas administran villas pesqueras, otras recogen ostiones y los venden y hasta organizan festivales del pescao o en honor a pescadores. Muchas de estas mujeres han sido proeles de sus esposos, una función que requiere una gran responsabilidad.

En fin, las mujeres no conocen límites a la hora de ejercer diferentes oficios y trabajos. No importa si tienen doble o triple jornada, están dispuestas a trabajar  y aman lo que hacen. Cada una de las mujeres entrevistada para esta revista, habló del amor y el respeto que sienten hacia el mar y todas las especies que en él habitan.

Quiero reconocer y agradecer la forma tan desprendida en que Carla Ascarza, artista paraguaya, nos cedió el uso de su obra, Máscara de Mujer Pez, para que engalanara nuestra portada. La solidaridad femenina y sobre todo la preocupación por preservación de las especies y del recurso marino, queda evidenciada con su gesto fraternal y sincero.

Fuete y Verguilla se honra en presentarles un grupo de mujeres que con responsabilidad, orgullo, sabiduría y hasta valentía se dedican de una forma u otra forman parte del mundo de los pescadores A este mundo ahora le llamamos, el mundo de los pescadores y las pescadoras.


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Basura y sargazo en La Parguera

Por: Jannette Ramos García

Parte de mi trabajo como coordinadora de la revista Fuete y Verguilla, me lleva a tratar de conocer, de primera mano, todo aquello que tenga que ver con la vida, con las experiencias, las pesquerías, y, todo lo que tenga que ver con pescadores y pescadoras. Por eso, cuando me surge la oportunidad de ir con algún pescador o pescadora a observar lo que es cotidiano para ellos y ellas, agarro esa oportunidad aunque la pase sentada en el fondo del bote, sintiendo en mi estómago los efectos del vaivén del mar. Claro, ya sé que, si miro al horizonte, me voy a sentir mejor y así ha sido. De estos viajes, he obtenido imágenes que a mí se me antojan preciosas, otras plasman el esfuerzo diario de estos hombres y mujeres que muchas veces exponen sus vidas para traernos a nuestras mesas, los frutos del mar. Es también una manera de documentar, las vivencias, las luchas por la subsistencia y, en algunos casos, la de las villas pesqueras que se ven amenazadas por la elitización de la costa. Es también nuestra forma de llevarles la manera en que, en algunas de estas villas, han manejado experiencias negativas y las han transformado en positivas que las han impulsado a salir adelante.


Es por esto que en dos ocasiones he salido con Andy Maldonado, pescador y colaborador incondicional de Fuete y Verguilla. La primera vez que salí a la mar con él, apenas se sumergió, mi cuerpo reaccionó y vomité varias veces y para tratar de contrarrestar el malestar me acosté en el fondo de la lancha y dormí allí unas tres horas. Para mi segundo viaje ya estaba mentalmente preparada, así que solo vomité una vez y pude aprovechar mejor la experiencia. Fue entonces cuando pude observar un fenómeno que aunque común en ciertas épocas del año, este año ha sido impresionante, no solo para mis ojos inexpertos, sino para los mismos pescadores. Me refiero a la llegada del sargazo a nuestros mares. Enormes parchos a nuestro alrededor, hacían lucir el mar algo raro por la apariencia que le provocan estas manchas. Andy no pareció verse incomodado por este fenómeno. Sin embargo, Liza y Sonia en La Parguera tuvieron razones de peso para sentirse afectadas por ese fenómeno y procedo a narrarles, lo que allí viví.

Viajar en bote a través de los canales de La Parguera, es siempre una experiencia sobrecogedora y maravillosa. No falla, que cada vez que voy, vea todo como si fuera nuevo para mí. Para hacer la experiencia más gratificante, voy con tres de las personas que más conocen el área: Liza Flores, Sonia Vega y Rodrigo (Roli) Irizarry; dos pescadoras y un pescador. Viajando en su bote, me han llevado a los distintos cayos y, a su lado, he tenido la oportunidad de ver desde manatíes, hasta aves que migran a y tienen allí a sus crías. He levado nasas y he ayudado a sacar pez león de la red en la que lo atrapan. Pero lo mejor es que he podido llevar a casa, pescado, carrucho, langosta y pulpo fresquecito. Esos son viajes de trabajo, de los que aprendo y disfruto a la vez. Esta semana recibí una llamada de Liza, pidiéndome que la acompañara en otro viaje a los cayos, pero no a pescar, quería que tomara fotos. Intrigada, llegué a las 7:00am a la Villa Pesquera de La Parguera, donde ella tiene su bote. Allí me esperaba Liza, Sonia y el inseparable nietecito de Liza, Tito.

Cuando le pregunté sobre lo que quería que retratara, contestó que la basura que había llegado a los mangles con las corrientes y las lluvias de los días pasados. El día estaba precioso, el cielo irradiaba un color azul intenso, el mar se pintaba de un turquesa profundo y para hacerlo mejor, soplaba una ligera brisa que nos brindaba comodidad. Pero, si todo eso fue impresionante, más lo fue llegar a los mangles que bordean los canales y encontrarlos anegados en sargazo maloliente y oscuro. Una vez dentro de los canales el sargazo se había apoderado de ellos también, dificultando el paso y el funcionamiento del motor de la lancha al punto de que, por momentos, hubo que apagarlos y usar los remos. Sobre el sargazo, observé grandes cantidades de basura y mucha más, atrapada en las raíces de los mangles. ¿Qué hacen un televisor, una nevera de playa, un remolque, cubos, zapatos, asientos de carro, carritos de supermercado, un tanque de calentador de agua solar, sogas y botellas de toda clase de líquidos, entre otras cosas, en nuestros mares? ¿Quién limpia? Pero sobre todo, ¿quién es responsable de que todo esto llegue a donde no debe estar? Estoy segura de que todos y todas los y las que lean este blog, tienen la respuesta correcta.
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Oiga, y duele ver cómo maltratamos nuestros recursos, cómo los damos por sentado, como si todo lo que hacemos no los impactara. La Parguera es uno de esos lugares idílicos que tenemos en nuestra Patria, pero no lo apreciamos. Nadie piensa, que lo que tira en el río, va a llegar al mar; a ese mar donde habitan seres pacíficos como los manatíes, las tortugas marinas que sabemos pueden morir atrapadas en nuestra basura, y que en el mar viven especies que nos proveen alimento. Es también doloroso ver que el gobierno se hace de la vista larga ante la presencia de esa basura, como es igual de grave el bochorno que nos debe producir, que los turistas que llegan a nuestra patria, vean nuestros más hermosos paisajes cubiertos de basura.

Yo pienso que las campañas de recogido de basura no deben ser consideradas un éxito cuando se recogen miles de bolsas o cientos de gomas de carros o lo que sea. El éxito debe ser que no se llene ni una sola bolsa de basura, que nuestras costas y nuestros mares sean el reflejo de un orgullo patrio y de una conciencia de conservación para nuestros recursos naturales.

El sargazo, posiblemente tiene una razón natural para llegar aquí y no sabemos si es bueno o malo para los mangles, pero sí sabemos cómo llega la basura y sí sabemos que su impacto es totalmente negativo. Menos mal, que existe gente como Liza, Sonia, Roli y hasta Tito que colaboran de manera consistente con la limpieza de La Parguera y se preocupan porque usted y yo, cuando la visitemos, la encontremos como debe estar todo nuestro País: limpio.